La Guaira Turística

Tonny
La Guaira Turística

Lugares de interés

El pueblo costero de Naiguatá, cuya parroquia fue fundada hace mas de 300 años, posee grandes tradiciones culturales y la mayor cantidad de fiestas y celebraciones de la región. Su costa abanicada con tres playas protegidas por rompeolas se desarrolla en una estrecha franja de 700 m. de largo x 60 m. de ancho. Durante los años 50 se desarrolló en ellas el balneario con servicios construidos en dos edificaciones de 90 m. de largo: una con piscina, mirador, vestuarios y servicios; otra para una unidad educativa. Tanto los edificios como el acceso al balneario se distinguen por los techos abovedados de un solo cañón que, en el caso de las edificaciones, dejan las plantas bajas libres como áreas sombreadas necesarias para el acceso a los servicios de vestuarios y sanitarios. Lamentablemente, la ubicación inadecuada de múltiples servicios construidos posteriormente sobre el frente marino (como bomberos, policías y centros de atención sanitaria) ha res-tringido el contacto visual directo desde la calle, que aún luce rescatable. A pesar del total estado de abandono el balneario sigue siendo un icono arquitectónico que espera ser rescatado y rehabilitado como lugar de atracción en el litoral central.
Balneario de Naiguatá
Avenida José María Vargas
El pueblo costero de Naiguatá, cuya parroquia fue fundada hace mas de 300 años, posee grandes tradiciones culturales y la mayor cantidad de fiestas y celebraciones de la región. Su costa abanicada con tres playas protegidas por rompeolas se desarrolla en una estrecha franja de 700 m. de largo x 60 m. de ancho. Durante los años 50 se desarrolló en ellas el balneario con servicios construidos en dos edificaciones de 90 m. de largo: una con piscina, mirador, vestuarios y servicios; otra para una unidad educativa. Tanto los edificios como el acceso al balneario se distinguen por los techos abovedados de un solo cañón que, en el caso de las edificaciones, dejan las plantas bajas libres como áreas sombreadas necesarias para el acceso a los servicios de vestuarios y sanitarios. Lamentablemente, la ubicación inadecuada de múltiples servicios construidos posteriormente sobre el frente marino (como bomberos, policías y centros de atención sanitaria) ha res-tringido el contacto visual directo desde la calle, que aún luce rescatable. A pesar del total estado de abandono el balneario sigue siendo un icono arquitectónico que espera ser rescatado y rehabilitado como lugar de atracción en el litoral central.
A finales del siglo XVIII, el ingeniero militar Fermín de Rueda ofrece en sus planos una visión general del sistema de fortificación y defensa del puerto de La Guaira, donde ubica las principales edificaciones militares. Allí identifica la más grande construcción del sistema, el fuerte San Carlos, una de las más importantes realizadas por el ingeniero militar español Miguel Roncali (1729-1784) como parte del plan general de defensa, y la más conservada y de mejor arquitectura dentro del sistema de protección del puerto. Roncali sitúa la fortificación sobre el cerro Las Tunas, a la mayor cota posible dentro de la zona de defensa de La Guaira. Allí proyecta una fortaleza en forma de estrella, de traza cuadrangular con cuatro baluartes en los ángulos que exhibe en su acceso una portadilla neoclásica con un frontón triangular. La atalaya destaca por los merlones, salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos regulares que coronan los muros pe-rimetrales del fuerte, entre los cuales se ubican las cañoneras. Su acceso original era a través de un puente levadizo sobre un foso, donde una rampa conducía a la explanada. Sobre la plataforma, el plano de Roncali muestra tres casas: una para alojar la guarnición y las otras para almacenar pertrechos y pólvora. Los muros de piedra inclinados fueron construidos con piedra labrada y cal de canto. Estos se separan mediante un cordón de los merlones, de friso blanco. Fue restaurado en 1975 por Graziano Gasparini y declarado monumento histórico nacional en 1976.
Castillo San Carlos
A finales del siglo XVIII, el ingeniero militar Fermín de Rueda ofrece en sus planos una visión general del sistema de fortificación y defensa del puerto de La Guaira, donde ubica las principales edificaciones militares. Allí identifica la más grande construcción del sistema, el fuerte San Carlos, una de las más importantes realizadas por el ingeniero militar español Miguel Roncali (1729-1784) como parte del plan general de defensa, y la más conservada y de mejor arquitectura dentro del sistema de protección del puerto. Roncali sitúa la fortificación sobre el cerro Las Tunas, a la mayor cota posible dentro de la zona de defensa de La Guaira. Allí proyecta una fortaleza en forma de estrella, de traza cuadrangular con cuatro baluartes en los ángulos que exhibe en su acceso una portadilla neoclásica con un frontón triangular. La atalaya destaca por los merlones, salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos regulares que coronan los muros pe-rimetrales del fuerte, entre los cuales se ubican las cañoneras. Su acceso original era a través de un puente levadizo sobre un foso, donde una rampa conducía a la explanada. Sobre la plataforma, el plano de Roncali muestra tres casas: una para alojar la guarnición y las otras para almacenar pertrechos y pólvora. Los muros de piedra inclinados fueron construidos con piedra labrada y cal de canto. Estos se separan mediante un cordón de los merlones, de friso blanco. Fue restaurado en 1975 por Graziano Gasparini y declarado monumento histórico nacional en 1976.
La antigua sede de la Compañía Guipuzcoana es una muestra significativa de arquitectura civil levantada por los españoles en La Guaira y uno de los monumentos de mayor calidad de nuestro patrimonio arquitectónico. La «Real Compañía Guipuzcoana», empresa que operó entre 1730 y 1785 y que impactó la economía del país, potenció el intercambio de bienes entre el Reino de España y la provincia de Venezuela, concentrando el monopolio comercial. Construida por los vascos de la Compañía Guipuzcoana a pocos años de haberse establecido la real compañía en 1728, la casona de tres plantas, de la «Compañía de Comercio de Caracas», se ordena alrededor de un patio de tres alturas rodeado por un corredor definido por ocho apoyos, al cual se accede a través de un zaguán. La planta baja estaba conformada por seis grandes espacios de proporción longitudinal, utilizados como almacenes con acceso desde la calle; la segunda planta albergaba salones, alcobas y servicios; y la tercera, de menor tamaño, cuartos y pasajes. La fachada principal, simétrica, exhibe tres distintivos balcones, uno central, en el área del gran salón; y dos laterales, uno en el estrado (esquina noroeste) y otro en el cuarto (esquina noreste). A la casona le fue añadida una galería exterior en planta baja. El edificio influenció la fisonomía de la arquitectura colonial de la época y la conformación urbana de La Guaira. La casona alojó a personajes como Pisarro, Páez y el Libertador. Fue restaurada en 1973 y hoy es sede de la Gobernación del Estado Vargas.
Casa Guipuzcoana
La antigua sede de la Compañía Guipuzcoana es una muestra significativa de arquitectura civil levantada por los españoles en La Guaira y uno de los monumentos de mayor calidad de nuestro patrimonio arquitectónico. La «Real Compañía Guipuzcoana», empresa que operó entre 1730 y 1785 y que impactó la economía del país, potenció el intercambio de bienes entre el Reino de España y la provincia de Venezuela, concentrando el monopolio comercial. Construida por los vascos de la Compañía Guipuzcoana a pocos años de haberse establecido la real compañía en 1728, la casona de tres plantas, de la «Compañía de Comercio de Caracas», se ordena alrededor de un patio de tres alturas rodeado por un corredor definido por ocho apoyos, al cual se accede a través de un zaguán. La planta baja estaba conformada por seis grandes espacios de proporción longitudinal, utilizados como almacenes con acceso desde la calle; la segunda planta albergaba salones, alcobas y servicios; y la tercera, de menor tamaño, cuartos y pasajes. La fachada principal, simétrica, exhibe tres distintivos balcones, uno central, en el área del gran salón; y dos laterales, uno en el estrado (esquina noroeste) y otro en el cuarto (esquina noreste). A la casona le fue añadida una galería exterior en planta baja. El edificio influenció la fisonomía de la arquitectura colonial de la época y la conformación urbana de La Guaira. La casona alojó a personajes como Pisarro, Páez y el Libertador. Fue restaurada en 1973 y hoy es sede de la Gobernación del Estado Vargas.
La plaza fundada en 1670 por Fernando de Villegas, se sitúa en el casco tradicional de Maiquetía (fundado como San Sebastián de Maiquetía) una trama de origen colonial que ha sido muy intervenida a lo largo de su historia. Aunque no posee declaratoria patrimonial, la plaza de forma rectangular, con cuatro accesos francos en sus extremos longitudinales y definida por bordes urbanos continuos, sigue la pendiente inclinada de la topografía del lugar y representa un espacio urbano de gran valor patrimonial dentro de la cotidianidad de la parroquia Maiquetía. Su carácter heterogéneo se origina por estar enfrentada al muelle de pasajeros del puerto y al mercado de pescados lo cual refuerza su carácter. La plaza congrega varios elementos de importancia: la iglesia de San Sebastián (1843) al sur –de tres naves con fachada neoclásica– restaurada por Graziano Gasparini entre 1967 y 1968; la imagen de la Virgen de Lourdes sobre una plazoleta circular al centro de la plaza y, en el borde norte, la plaza de Jerusalén o plaza del Cristo, de planta cuadrada definida en su perímetro por doce capillas con cubiertas a dos aguas que ejemplifican las estaciones del vía crucis. En el medio la capilla número trece con techos elevados destaca una figura de un Cristo sobre una cruz de madera –el Cristo de los cuatro clavos– enfrentando la plaza de Lourdes, símbolo de la fe del pueblo varguense. La imagen realista fundida en metal y de tamaño natural es una rareza, ya que la mayoría de las imágenes de Cristo poseen solo tres clavos.
Plaza Lourdes
La plaza fundada en 1670 por Fernando de Villegas, se sitúa en el casco tradicional de Maiquetía (fundado como San Sebastián de Maiquetía) una trama de origen colonial que ha sido muy intervenida a lo largo de su historia. Aunque no posee declaratoria patrimonial, la plaza de forma rectangular, con cuatro accesos francos en sus extremos longitudinales y definida por bordes urbanos continuos, sigue la pendiente inclinada de la topografía del lugar y representa un espacio urbano de gran valor patrimonial dentro de la cotidianidad de la parroquia Maiquetía. Su carácter heterogéneo se origina por estar enfrentada al muelle de pasajeros del puerto y al mercado de pescados lo cual refuerza su carácter. La plaza congrega varios elementos de importancia: la iglesia de San Sebastián (1843) al sur –de tres naves con fachada neoclásica– restaurada por Graziano Gasparini entre 1967 y 1968; la imagen de la Virgen de Lourdes sobre una plazoleta circular al centro de la plaza y, en el borde norte, la plaza de Jerusalén o plaza del Cristo, de planta cuadrada definida en su perímetro por doce capillas con cubiertas a dos aguas que ejemplifican las estaciones del vía crucis. En el medio la capilla número trece con techos elevados destaca una figura de un Cristo sobre una cruz de madera –el Cristo de los cuatro clavos– enfrentando la plaza de Lourdes, símbolo de la fe del pueblo varguense. La imagen realista fundida en metal y de tamaño natural es una rareza, ya que la mayoría de las imágenes de Cristo poseen solo tres clavos.
Concebido como un conjunto que vincula los edificios y el paisaje formando un «gran hospital», un gran parque de trabajo, la «ciudad» se construyó en la antigua hacienda Los Caracas, a 17 kilómetros al este de Naiguatá, en un valle selvático y paradisíaco alimentado por los ríos Grande y Botuco. Unificado a primera vista, en realidad fue un conjunto proyectado por arquitectos de distintas generaciones y en diferentes épocas. En sus inicios esta ciudad-hospital sirvió como leprosorio (lugar de reclusión y colonia agrícola) donde se trasladarían los enfermos del leprosorio de Cabo Blanco (litoral central). Planificado por Carlos Raúl Villanueva y el ingeniero Armando Vegas, asesorados por el doctor Martín Vegas, este modelo de ciudad jardín de 100 ha se extiende desde el mar hasta las partes bajas de la cordillera de la Costa. Las expresivas viviendas de formas vernaculares se implantaron, aisladas, en bloque o agrupadas en las márgenes de los ríos, conectadas por una vía al centro cívico, donde se ubican la plaza, la capilla, la escuela, el teatro y el centro de salud. Sin embargo, la ciudad nunca funcionó como tal. En 1954, Marcos Pérez Jiménez ordenó su transformación en ciudad vacacional. Su conversión de uso y nuevos edificios recreativos modernistas estuvieron a cargo de arquitectos e ingenieros. El Mirador (Miguel Salvador, 1954), el Balneario (José Sánchez, 1954), el restaurant El Botuco (Pedro Riquezes, 1954), las piscinas (Carlos Olmos, 1954), así como el mural, de Carlos González Bogen, hoy se encuentran abandonados y destruidos.
Los Caracas
Concebido como un conjunto que vincula los edificios y el paisaje formando un «gran hospital», un gran parque de trabajo, la «ciudad» se construyó en la antigua hacienda Los Caracas, a 17 kilómetros al este de Naiguatá, en un valle selvático y paradisíaco alimentado por los ríos Grande y Botuco. Unificado a primera vista, en realidad fue un conjunto proyectado por arquitectos de distintas generaciones y en diferentes épocas. En sus inicios esta ciudad-hospital sirvió como leprosorio (lugar de reclusión y colonia agrícola) donde se trasladarían los enfermos del leprosorio de Cabo Blanco (litoral central). Planificado por Carlos Raúl Villanueva y el ingeniero Armando Vegas, asesorados por el doctor Martín Vegas, este modelo de ciudad jardín de 100 ha se extiende desde el mar hasta las partes bajas de la cordillera de la Costa. Las expresivas viviendas de formas vernaculares se implantaron, aisladas, en bloque o agrupadas en las márgenes de los ríos, conectadas por una vía al centro cívico, donde se ubican la plaza, la capilla, la escuela, el teatro y el centro de salud. Sin embargo, la ciudad nunca funcionó como tal. En 1954, Marcos Pérez Jiménez ordenó su transformación en ciudad vacacional. Su conversión de uso y nuevos edificios recreativos modernistas estuvieron a cargo de arquitectos e ingenieros. El Mirador (Miguel Salvador, 1954), el Balneario (José Sánchez, 1954), el restaurant El Botuco (Pedro Riquezes, 1954), las piscinas (Carlos Olmos, 1954), así como el mural, de Carlos González Bogen, hoy se encuentran abandonados y destruidos.

Gastronomía

Restaurante de la marisquería con mayor trayectoria en La Guaira, nos distinguimos por la especialidad de nuestros platos a la carta, los mejores precios y el favoritismo de nuestros comensales. Si desea ser parte de nuestra distinguida clientela, lo invitamos a venir y deleitar sus sentidos en un solo lugar , en Cristal mar.
Restaurante Cristal Mar
Avenida La Playa
Restaurante de la marisquería con mayor trayectoria en La Guaira, nos distinguimos por la especialidad de nuestros platos a la carta, los mejores precios y el favoritismo de nuestros comensales. Si desea ser parte de nuestra distinguida clientela, lo invitamos a venir y deleitar sus sentidos en un solo lugar , en Cristal mar.
El famosos restaurante el Sifón de Naiguata, encontrado en el Bañario de Naiguata, es el lugar placentero para disfrutar de la buena comida al tipo mediterráneo, marisquera y pescadera. Con un estilo particular de una buena cervecería.
Restaurante el Sifon de Naiguatá
Avenida José María Vargas
El famosos restaurante el Sifón de Naiguata, encontrado en el Bañario de Naiguata, es el lugar placentero para disfrutar de la buena comida al tipo mediterráneo, marisquera y pescadera. Con un estilo particular de una buena cervecería.
Restaurante Los Betancourt de comida rapida tradicional de las costas Venezolanas, ofrece la mejor variedad y desgustaciones de la temporada del año. Su especialidad son los pescados playeros, con sus respectivos acompañantes.
Restaurante "Los Betancourt" Segunda playa, Naiguatá
Restaurante Los Betancourt de comida rapida tradicional de las costas Venezolanas, ofrece la mejor variedad y desgustaciones de la temporada del año. Su especialidad son los pescados playeros, con sus respectivos acompañantes.
Restaurante de mas de 60 años con diversidad gastronómica, pescadera, carnes y aves encontramos en su menú. Su plato especial que no debes dejar de pasar son sus fabulosas caraotas al mejor estilo del tachira.
Restaurante El Tachira
Pica
Restaurante de mas de 60 años con diversidad gastronómica, pescadera, carnes y aves encontramos en su menú. Su plato especial que no debes dejar de pasar son sus fabulosas caraotas al mejor estilo del tachira.
El Mero mas que un restaurante, con esquistos platos donde destaca el pesado frito y los fabulosos postres de su menú. también son especialistas en pizzas y comida express,
Restaurante El Mero
Calle Rivas
El Mero mas que un restaurante, con esquistos platos donde destaca el pesado frito y los fabulosos postres de su menú. también son especialistas en pizzas y comida express,